Vuelvo aquí para hablaros de mi perro, Nigan, no elegí su nombre, ni lo elegí a él en concreto. Siempre digo que él me eligió a mi. Hubo una serie de circunstancias en nuestras vidas en las que parecía que estábamos destinados a estar juntos. Realmente, no os voy a hablar sólo de mi perro, voy a hablaros del mindfulness o atención plena, pero está como muy estigmatizado y hay veces que no se sabe qué es exactamente. El mindfulness no tiene exactamente que ver con el pensamiento positivo, ni con ninguna religión o creencia, aunque se llegue a usar, no es, ni más, ni menos, que meditación, centrándonos en el aquí y ahora, olvidándonos de los múltiples futuros mejores o peores que puede haber (¿alguien más ha pensado en Dr Strange? Bueno da igual)
¿Qué es el mindfulness pues?
El mindfulness, repitiéndonos un poco, es centrarnos y poner el foco de atención en el momento presente. Actualmente se aplica en la psicología occidental, está científicamente demostrado que ayuda a reducir el estrés y mejora la concentración, entre otras cosas.
El doctor Jon Kabat-Zinn, que se convirtió en referente mundial en este campo, y su equipo en 1989, empiezan a trabajar esta técnica, reducción de estrés basada en la atención plena, y la define como «prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar». ¿Qué quiere decir esto? Lo entenderéis mejor cuando expliquemos cómo se práctica.
Entonces, ¿cómo practico esto del mindfulness?
Es tan sencillo como buscar algo a lo que anclarte cuando se te vaya la cabeza a algún pensamiento no deseado, por ejemplo la respiración. Tomas aire profundamente… y lo echas, te centras en tu respiración. Si la cabeza se te va algún pensamiento, lo único que debes de hacer es darte cuenta, no juzgar, dejar de pensar en cosas cómo «ay que mal lo he hecho, otra vez dándole vueltas a ese tema bla bla bla», simplemente tomas consciencia y vuelves a enfocarte en tu respiración. Observa todo lo que va apareciendo en tu mente, acéptalo y no pongas resistencia, y vuelve al primer punto, toma consciencia de ello.
Deja de juzgarte, para bien o para mal. La autocrítica solo es buena hasta cierto punto, hay veces que nos exigimos demasiado. Observa y escucha ruidos que hay a tu alrededor, quizás antes no te percatases de ellos, depende de donde estés, habrá pájaros, goteos de grifos, algún aire acondicionado… es otra forma de anclarte a algo más que la respiración.
Aparentemente es fácil, hay gente que lo practica mediante el yoga. A mí me ayudó muchísimo ser consciente de mi respiración.
Pero… ¿qué pinta tu perro en todo esto?
Desde que fui a una sesión de mindfulness con un psicólogo, me di cuenta de que mi perro es mi ancla. Cuando paseo con él y lo puedo soltar sobre todo, focalizo toda mi atención y estoy en el momento y en el lugar, en el presente. Valoro mucho su compañía y me encanta disfrutar de él y observar cómo interactúa con el entorno, cómo olfatea y sigue un rastro, o cuando quiere ir a jugar con algún otro perro. Si voy caminando con alguien junto a Nigan, me molesta que me hablen, porque me distrae de lo que realmente quiero y necesito centrarme. También me anclo cuando lo acaricio, porque lo hago siendo plenamente consciente de lo que estoy haciendo, sintiendo en mi mano su pelo, su piel, su amor y su cariño.
Todos hacemos mindfulness
Después de leer esto, seguro que te has dado cuenta que alguna vez te detienes a hacer esto sin saber que lo estabas haciendo. En un mundo tan lleno de procesos virtuales, comercio digital, vida en redes sociales, todos necesitamos parar a respirar de vez en cuando. Todos necesitamos algo que nos ancle al momento que nos rodea.
Y para ti ¿ cuál es tu ancla ?