Por más que procure mantenerme entretenida, mantener rutinas y disfrutar de mi ruido y mi silencio, no puedo evitar reflexionar sobre todo lo que nos ha tocado vivir últimamente.
Estamos viendo lo mejor de la solidaridad y el agradecimiento de las personas, con donaciones, con fabricación solidaria de mascarillas, con mensajes de aliento.
Y lo peor, viendo, por ejemplo, gente que se le va de las manos y acapara productos de primera necesidad, sin pensar cuántas casas de familia puedan quedar sin abastecer por su avaricia.
A todos nos toca, de más o menos cerca. A todos nos afecta, ya sea por confinamiento, por cercanía, o porque nos pilló de lleno.