Llevo un par de semanas sin dedicar tiempo a estas cosas que tanto me apasionan, como son dibujar y escribir. Es muy difícil organizarse en un periodo lleno de incertidumbre. Sin embargo, lo realmente difícil no es solo no caer en la apatía de la rutina, es imposible no sucumbir a los daños colaterales del Covid-19.
DESHUMANIZACIÓN Y OTROS DAÑOS COLATERALES
Esta falta de contacto, esencial para prevención, nos hace sentir deshumanizados. Es un sentimiento de frialdad, que quema por dentro, como si bebiéramos nitrógeno líquido, congelando nuestras entrañas por completo. Te sientes detenerte en el tiempo, no gestionas, no procesas, como si todo esto fuese una película y fueses mero espectador de lo que está sucediendo. Veo como algunos se congelan en el tiempo, han perdido a su gente y no podrán iniciar su duelo hasta que todo esto pase.

Esta pandemia está haciendo mella en todos, de una u otra forma. Cada uno tiene sus propias circunstancias, todos teníamos nuestra vida, con sus retos. Todo eso ha quedado congelado también, si no destruido por completo. Muchos han perdido su trabajo, vidas que parecían estables, se desmoronan como un castillo de naipes.
La incertidumbre nos está dañando seriamente, son muchos los que padecen ansiedad, insomnio e incluso dolores físicos a causa de estos meses de encierro. Aunque ese no es el peor de los daños.
EL PEOR DAÑO, LO HACE EL MIEDO
La gente tiene miedo y es perfectamente normal. Hay gente que ha resultado herida emocional y físicamente por personas, que se creen con el derecho a juzgar lo que haces, sin conocimiento ninguno de porqué estás ahí. Son los llamados policías de balcón. Ellos se han encargado de castigar, casi aleatoriamente, solo por miedo a que extiendas la epidemia, a contagiarse o por pura envidia, que también los hay. Y no son pocos los dañados por este tipo de gente.

También son dignos de mencionar como deshumanizados, aquellos que comparten edificio con trabajadores esenciales y les han pedido que abandonen sus casas » por el bien de la comunidad». Sin pararse a pensar, que esa comunidad puede comer y mantenerse sano y salvo en sus casas con todos sus servicios gracias a los empleados esenciales. Los que se ocupan de las basuras, los empleados de supermercados, los cuerpos de seguridad, los sanitarios, bomberos, etc. Todos esos héroes anónimos, que han sido rechazados, por miedo.
Los atacantes, son sólo personas, tampoco hay que juzgarles. El enemigo real, es el miedo, les invade, se apodera de ellos y nubla la percepción sobre sus propios actos. La verdadera causa es esa deshumanización, es ese miedo, producto de sentirse indefenso ante la naturaleza.
LA ESENCIALIDAD DE DEMOSTRAR AMOR EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Lo único que puede frenar esa frialdad, ese miedo irracional, esa congelación interna es el amor. Ese cálido sentimiento, que, en realidad, no tiene tanto que ver con el sentimentalismo barato al que estamos tan habituados.
Demostrar amor no son solo los besos, los abrazos, las caricias. También es amor decir lo siento, o dejar ir, en casos concretos. El amor, es consuelo cuando algo te aprieta en el pecho. Pensar en una persona y acompañarla, sin anteponer los intereses de uno sobre los del otro. Es decidir juntos sobre qué hacer en el camino. Eso es aplicable a familia, amigos y pareja.
El ser humano necesita sentirse amado y amar para estar mental e incluso físicamente sano. Independientemente de tener pareja, pues también se ama a la familia y a los amigos.
EL AMOR EN LA NUEVA NORMALIDAD
Es cierto que las nuevas normas de seguridad, esos protocolos tan extraños como estrictos, nos lo ponen ciertamente difícil. Pero, los daños, se van salvando con videollamadas, mensajes y llamadas de teléfono interminables. Todas ellas son sanadoras, reconfortantes, cálidas. Ahora mismo echamos mucho, pero mucho de menos las caricias, los abrazos, los besos. Pero hay que recordar las palabras de Charles Darwin, cuando decía: «No sobrevive el más fuerte, ni el más inteligente, si no el que mejor se adapta» .

Adaptémonos, tenemos la posibilidad de crear nuevas maneras de expresión para hacer llegar a nuestros seres queridos ese cariño. No sólo el teléfono, ni una cámara, También tenemos música, literatura, el arte, esa «sopa de pollo para el alma», que nos alivia, que nos lleva al lugar, a la persona correcta, que nos mantiene cuerdos. El arte también es amor, pero de esto, ya hablaremos en otro post.