En estos días de encierro obligado, puede uno permitirse el lujo de reflexionar de vez en cuando.
Yo me he parado a reflexionar sobre lo que vivo en mi experiencia y en la ajena. Sobre los chistes, sobre las quejas, la desobediencia Civil y la solidaridad. Todo ese revoltijo de situaciones que están aflorando en unos lugares y en otros.
EL ENCIERRO SIEMPRE ES DURO
Partiendo de ese punto, lo demás es prácticamente polvo y paja.
Los que antes trabajaban sin parar y no tenían tiempo para sus hijos, ahora se ven desbordados. Siempre es difícil mantener a los chicos entretenidos, más aún sin poder salir siquiera al parque.
Los que viven solos, tampoco lo tienen fácil, porque somos animales sociales y también es difícil para los adultos mantener la mente distraída la mente.
Un encierro es una situación de estrés. Ya, sea tu casa grande o pequeña solo o con un regimiento. Lo verdaderamente estresante es saber que no puedes salir.

Es por eso que los psicólogos nos aconsejan horarios y rutinas, que mantengan nuestra mente ocupada. Esa será la única forma en que no sientas la necesidad, porque tienes cosas que hacer en casa.
LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE ES CÓMO AFRONTARLO
El estrés está ahí, por un motivo real, externo y completamente ajeno a tu voluntad. Pero siempre es decisión tuya cómo gestionarlo.
Cuando te sientas desesperado, sea cual sea tu situación, identifica el problema real. Lo más probable es que no estés tan agotado porque tus hijos no paran o constantemente tienen rabietas. O porque quieres ver y abrazar a esa persona especial con la que sientes q estás realmente en casa.
La realidad es que te sientes frustrado porque todo tu mundo ha cambiado de repente y esa frustración te impide disfrutar el cambio. Además, esa frustración puede perjudicar tu salud.
LO QUE VIENE, CONVIENE
Tal vez no nos damos cuenta, porque se están viviendo situaciones terribles, con mucha gente sufriendo, incluso muriendo. Pero todo esto va a suponer un cambio muy drástico en el nivel y en la forma de vida de todos.
Todo esto está suponiendo nuevos planteamientos en la forma de empleo, como es el aumento del teletrabajo.

Va a suponer el cierre de algunas empresas y el auge de otras, que se están viendo desbordadas y les urge contratación.
El descenso del uso de automóviles está haciendo reducir la contaminación del aire. Es un gran beneficio para el planeta.
Pero también están cambiando las relaciones intra personales. Nos llamamos más, hacemos videoconferencias. En realidad, nos comunicamos más y mejor que antes. Porque ahora, estamos encerrados y si nos peleamos, vemos las noticias y vemos cuanta gente está perdiendo a su familia. Así no cuesta nada disculparse, se valora más el amor de quienes tienes al lado.
Esta mejora en las relaciones, no sólo se aplica a los que viven acompañados. Los que viven solos, van a verificar a quien realmente le importan. Cuando todo acabe, van a saber perfectamente quien les quiere y quien no.
Los que viven solos, tienen además la increíble oportunidad de conocerse a sí mismos. De crear su propio silencio y hacer balance sobre lo que han sido, lo que son y de hacia a donde quieren crecer.

CADA CRISIS ES UNA OPORTUNIDAD
No hace mucho se rompió mi mundo y he aprendido el valor de la resiliencia. Que no es otra cosa que crecer ante la adversidad, no achantarnos y tirar adelante.
Ahora se está desmoronando el mundo entero. Es nuestra oportunidad de valorar el ruido que tanto nos molesta cuando nuestros hijos gritan. Y el silencio que nos ahoga en soledad. Porque en cualquier momento puede desaparecer y echarlo mucho de menos.
Es cuando todo está destruido, cuando podemos elegir hacerlo mejor. Podemos disfrutar lo que podamos del cambio, por duro que sea.
Yo al menos tengo la esperanza de que todo esto servirá para construir un nuevo sistema de vida. Más justo, más solidario, un mundo mejor que el que ahora estamos viviendo.
Una respuesta a “El valor del ruido y del silencio”
[…] más que procure mantenerme entretenida, mantener rutinas y disfrutar de mi ruido y mi silencio, no puedo evitar reflexionar sobre todo lo que nos ha tocado vivir […]